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jueves, 29 de octubre de 2015

Springboks en el Somme: la batalla por Longueval y Delville Wood, 15-20 de julio de 1916 (I)


'Urgente. Mis hombres están en las últimas. Apenas puedo mantenerlos en pie. Se duermen con el fusil al hombro a pesar del brutal bombardeo. Estamos a la espera de un ataque enemigo. A pesar de lo inminente del ataque los soldados se desploman rendidos. No nos llega ni comida ni agua desde hace dos días, y a pesar de las raciones de los muertos, necesitamos agua. Estoy solo con Philipps, herido, y con dos sargentos más. Por favor, releven a estos hombres hoy sin falta. Están al límite de sus fuerzas'.

Esa fue la última nota que envió el coronel E.F. Thackeray - mando del 3r Regimiento de la Brigada Sudafricana (BSA) - a su cuartel general poco antes de que los últimos supervivientes del contingente sudafricano evacuasen Delville Wood el 20 de julio, tras seis días de cruentos combates cuerpo a cuerpo en un infierno de bombas incendiarias y gas.

La batalla por Delville Wood, que comenzó el 15 de julio y no terminó hasta el 3 de septiembre, venía precedida de dos semanas de combates con pírricas ganacias en el norte y centro del sector del Somme y algún éxito en el sector de Montauban y Bernafay Wood a un coste de bajas brutal. Más al oeste, y a pesar de los ataques del 17º batallón del regimiento de Manchester del 9 de julio, los alemanes aún resistían en un sector de Trônes Wood, situado en la vertical meridional de Longueval y Delville Wood. La posición enemiga de Trônes Wood se adentraba como un saliente en el sector inglés, dificultando cualquier avance británico por el temido fuego de enfilada desde ambos flancos del saliente. Por esta razón, y con el objetivo de 'rectificar' la línea del frente, Rawlinson ordenó al XIII Cuerpo de Congreve que tomase Longueval y la zona boscosa adyacente, Delville Wood.


Delville Wood, Bois o Bosque d'Elville - su denominación francesa y original - era una área boscosa de poco más de 100 ha., que lindaba al este con el pueblo de Longueval. De forma trapezoidal, se dividía por secciones aprovechando las hileras de robles y hayas que lo poblaban, y que permitían entrever un pequeño callejero. De oeste a este, y saliendo de una calle de Longueval, la 'avenida' Princes Street cruzaba longitudinamente el bosque. De esta vía, y en dirección norte partían otras tres 'calles', que de oeste a este se identificaban como Strand, Regent y Bond Street. Hacia el sur de Princes Street también partían tres 'calles', Buchanan, Campbell y King Street, en dirección oeste-este.
La importancia estratégica de Delville Wood, una vez sobrepasado Longueval por el sur y el oeste, era el de convertirse en un saliente dentro de las líneas enemigas, que amenazase los puntos de observación artillera alemana y permitiese hostigar al enemigo con fuego de enfilada. A pesar de los bombardeos previos, los alemanes seguían manteniendo tres líneas de trincheras en dirección nordeste-sudeste, que distaban entre 50 y 75 metros cada una.
Sobre la fecha escogida para el ataque, 14 de julio, parece que Haig la eligió como un guiño hacia los franceses por las quejas de éstos hacia la pobre contribución británica en el Somme. Cierto o no, el hecho es que aconsejado por Rawlinson, Haig ordenó un ataque en la línea Bazentin le Grand Wood-Longueval-Delville Wood. El objetivo final era conquistar High Wood, al noroeste de Longueval y Ginchy y Guillemont al sur y sureste de Delville Wood. Para ello era necesaria la toma de Longueval y Delville Wood, ya que proporcionaban un puntal decisivo para un ataque en sendos flancos.
Vistos los resultados del 1 de julio, como el resto de ataques aislados de los días previos, Rawlinson decidió introducir una serie de cambios tácticos. Siempre con el efecto sorpresa en mente, optó por adelantar la posición de sus tropas durante la noche previa y ordenó un intenso bombardeo sobre la línea alemana unos minutos antes de la hora cero para que no se pudiesen reponer del golpe antes de que la infantería británica ocupase su línea. Rawlinson comenzaba a perfeccionar su táctica del 'bite and hold', del morder y resistir (o agarrarse) al terreno a la espera del temible y seguro contraataque alemán.
Junto a la sorpresa, Rawlinson programó el ataque un poco antes del alba por temas de visibilidad y redujo el frente a poco más de 6 kilómetros para concentrar el golpe. Haig no accedió en un primer momento a estos cambios. Le preocupaba, especialmente, la inexperiencia de los 'Nuevos Ejércitos de Kitchener' en operaciones nocturnas. Rawlinson no cedió, y con el apoyo de sus generales, defendió el plan original con maniobras nocturnas incluidas. Haig acabó accediendo de mala gana y el ataque se programó para las 03.45 am del 14 de julio.

Longueval
Poco antes de las 3 de la madrugada del 14 de julio, las brigadas 26ª y 27ª de la 9ª escocesa llegaron a la parte baja de las lomas de Caterpillar Valley. Con los Black Watch y los Argyll (Argyll & Sutherland Highlanders) abriendo camino, la 9ª división escocesa y la 18ª de Maxse avanzaron desde Bernafay Wood hasta el saliente. El ataque principal se encargó a la Brigada 26ª. El 8º de los Black Watch y el 10º de los Argyll irían a la vanguardia con los Seaforth Highlanders y los Gordon Highlanders de cobertura y los Queen's Own Cameron Highlanders de reserva. La brigada 27ª (11º y 12º de los Royal Scots Fusiliers, el 10º de los Argyll, los King's Own Scottish Borderers y el 9º de los Cameronians) también participaría con el apoyo de la Brigada Sudafricana (BSA) en reserva. El plan inicial de Congreve consistía en que capturado Longueval por la 26ª y 'limpiadas' las bolsas de resistencia alemanas, la 27ª la sobrepasase para iniciar la conquista de Delville Wood. Los alemanes defendían el saliente con el cuerpo Magdeburg. El 72º RI de Turíngia, al norte y noroeste de Longueval, el 26º RI Fürst Leopold von Anhalt Dessau también al norte de Longueval, y los RI 107 y 153 de Turingia defendiendo Delville Wood.

Los tiempos se cumplieron y a las 3.20 de la madrugada se inició el bombardeo sobre las posiciones alemanas en Longueval y Delville Wood, combinado con una cobertura de ametralladora sobre las pocas edificaciones que quedaban en pie. El silbato de avance sonó veinte minutos después. Von Armin, comandante del VI Cuerpo alemán, no iba a quedarse de brazos cruzados. Aprovechó su ventaja en el terreno y envió a tropas contra el flanco derecho del ataque británico. A pesar de ello, el ataque cogió por sorpresa a los alemanes. Los escoceses avanzaron bien de inicio pero los alemanes iban a resistir. Las órdenes del Alto Mando alemán eran muy explícitas sobre la resistencia en el Somme: 'resistir a cualquier precio y no dejar un palmo de suelo al enemigo'. Esa fue la respuesta que recibió un mando de los Highlanders después de haber ofrecido la rendición a una unidad alemana rodeada en Longueval:'Yo y mis hombres tenemos órdenes estrictas de defendar la posición con nuestras vidas. Los alemanes sabemos como obedecer órdenes. Les agradecemos su oferta, pero moriremos donde estamos'.
Y así fue.


La lucha por Longueval fue muy dura. Las tropas británicas sufrieron lo indecible para avanzar a pesar de que el bombardeo previo había sido durísimo. La casi totalidad de los refugios subterráneos y bodegas fue destruida pero los alemanes se parapetaron en los edificios y ruinas que quedaron en pie. La mayoría de combates fueron casa por casa y cuerpo a cuerpo. Falkenhayn no podía estar más contento: los suyos se estaban dejando algo más que la piel. Los violentos combates por las ruinas de Longueval se dilataron hasta media mañana. El empuje de los escoceses se fue diluyendo a causa de los contraataques alemanes, alimentados por el fluir contínuo de reservas. Los Highlanders hicieron un último intento al rayar el mediodía pero los alemanes demostraron una enconada resistencia. Los focos de resistencia estaban al extremo noreste del pueblo y en Delville Wood, en el flanco derecho del ataque. A primeras horas de la tarde los escoceses solo controlaban la parte sur y occidental de Longueval. Los Highlanders estaban destrozados. La 27ª tuvo que hacerse cargo de las posiciones.
En los planes originales, la toma completa de Longueval era un requisito sine qua non para iniciar la conquista de Delville Wood. El hecho de que no se hubiese completado era un contratiempo enorme. No solo por la difícil situación en la que quedaron las tropas que parapetadas en Longueval, sino porque adentrarse en Delville Wood sin ninguna cobertura era un suicidio.
Sobre la una del mediodía, Furse - al mando de la 9ª División, informó a Henry T.Lukin, comandante de la brigada susadricana, que tan pronto la 27ª avanzase algo más en Longueval, los suyos debían atacar Delville Wood.
Y se así se inició el segundo acto de la tragedia.


Delville Wood
La conquista de Delville Wood se improvisó como una huida hacia adelante por la fallida captura de Longueval. La misión recayó sobre las tropas de la Brigada Sudafricana de Infantería (BSA) aunque también participaron en la operación inicial unidades de las divisiones 18ª y 3ª.
La Brigada sudafricana (BSA) o SAI (South Aftrican Infantry), y coloquialmente conocida como los Springboks - en honor a las peculiares gacelas de Sudáfrica - estaba formada por 4 regimientos de infantería. El 1º del Cabo de Buena Esperanza o Cape of Good Hope Regimient, el 2º del Estado libre de Orange y Natal (Orange Free State & Natal Regiment), el 3º regimiento del Transvaal y Rodesia y el 4º Sudafricano escocés (South African Scottish Regiment). La brigada sudafricana se completó con la 64ª compañía de artillería y la 28ª de ametralladoras. La brigada la comandaba el general de brigada Henry T. Lurkin, con experiencia en las Guerras zulúes de 1879, la Guerra de los Bóers (1899-1902) y la campaña africana contra las colonias alemanas del suoeste de 1915 y 1916.
Previa a su llegada al Frente occidental, los Springboks ya habían entrado en combate luchando contra los Senussi al oeste de Egipto, en la actual Líbia. La BSA que llegó a Marsella en abril de 1916 contaba con más de 160 oficiales y cerca de 5700 efectivos. Acuartelados en Bailleul, se entrenó a los Springboks en la guerra de trincheras hasta que fueron trasladados al norte y entraron a formar parte - junto a las brigadas 26ª y 27ª - de la 9ª (Scottish) Division del general de división W.T. Furse, dentro del XIII Cuerpo del general Congreve. La misión del XIIIº Cuerpo, en el flanco derecho del sector del Somme, era capturar la cresta que iba desde Waterlot Farm (al sur de Delville Wood) hasta Bazentin-le-Grand, para conquistar Montauban y sus alrededores, asegurando Montauban Alley y ocupando los bosques de Bernafay y Trônes.


La BSA, junto al resto de la 9ª escocesa, se libró del fatídico 1 de julio. No fue hasta el 5 de julio que los Springboks subiron a la línea, para realizar misiones de reserva y de cobertura como en el caso de Bernafay Wood cuando relevó a 2 regimientos escoceses de la 27ª. El 9 de julio dos compañías del 4º de los South African Scottish (SAS) lucharon en Trônes Wood pero tuvieron que retirarse hasta sus posiciones iniciales en el reducto Glaz (Glaz Redoubt). El 13 de julio los sudafricanos fueron relevados en Bernafay Wood y se reagruparon en Talus Boise. La previsión, y las órdenes, situaban a los Springboks como unidad de reserva de la 27ª brigada que tenía previsto atacar Longueval. Pero la realidad se impuso y los planes mutaron. La brigada 27ª se envió a cubrir el desgaste de la 26ª y también se fogueó con los incontables contraataques alemanes. La suerte parecía echada: La BSA iba a meterse sola en las fauces del lobo.
Las primeras instrucciones marcaban para las cinco de la tarde de ese mismo día el ataque, luego - y ante la imposibilidad de avanzar un solo palmo en Longueval - se pasaron a las siete y finalmente se dejó fijado el ataque para las cinco de la mañana del día siguiente, 15 de julio. Furse, sin embargo, fue muy explícito con las órdenes: aunque los escoceses no consiguiesen avanzar un solo metro durante toda la tarde o noche, los sudafricanos atacarían igualmente Delville Wood al alba.

Antes de entrar en el bosque, un paréntesis.
Muchas veces resulta complicado hacerse una idea del desarrollo y crudeza de los combates sin un buen apoyo cartográfico que nos lo indique. Este el caso de Delville Wood. Si se examina con detenimiento el terreno y la situación de las tropas enemigas, se llega a la conclusión de que Delville Wood era un simple ratonera. Por mucho que la artillería británica 'limpiase' o intentase 'allanar el terreno' a golpe de obús, el sector era un saliente !!!! Y por simple lógica siguió rodeado de alemanes por los cuatro costados, y aún peor: por su artillería, que solo tenía que fijar sus miras entre un sector muy limitado y repleto de enemigos. Si se recuerda la situación en que quedó el flanco izquierdo del bosque, el que linda con Longueval, se observará que los alemanes lo siguieron controlando y que, por tanto, podían atacar de enfilada desde la izquierda a los atacantes que entrasen por el sur. Igualmente, en el caso de que los alemanes reculasen al norte del bosque, podían replegarse unas decenas o cientos de metros pero seguir hostigando o montando contraataques desde el norte. Y si a estos dos flancos les sumamos el flanco derecho totalmente expuesto desde Ginchy, y el meridional - sin 'limpiar' totalmente -, la pregunta que un lector profano se hace es: ¿Por qué les dejaron entrar ahí, qué pretendían? ¿No sabían que era una misión suicida, sin al menos 'limpiar' dos de los flancos?
Los hechos contrastables de esa tarde del 14 de julio son que el general Furse, al mando de la 9ª escocesa, ordenó al general Lurkin que tomase la posicion de Delville Wood como fuese. Esa misma tarde y sin dilación, Lurkin reunió a todos sus jefes de batallón y les trasladó las órdenes del general Furse y su operativo para el día siguiente.
Previo al ataque, el 1r regimiento del Cabo de Buena Esperanza (CBE) fue enviado a fortalecer la línia de la 9ª en Longueval. Aprovechando la presunta calma nocturna, tres patrullas del CBE avanzaron con sigilo hasta el extremo norte de Longueval para confirmar sus peores pronósticos: la parte septentrional de Longueval formaba un dédalo de nidos de ametralladoras prácticamente inexpugnable. Al día siguiente, la CBE recibió la orden de retirada y se incorporó como reserva al ataque del resto de la BSA.


15 de julio
El operativo táctico de Lurkin para Delville Wood fijó dos regimientos para la ofensiva. El 3r regimiento del Transvaal y el 2º de Orange entrarían por el sector sudoeste del bosque justo al romper el alba. Con un pie en el bosque, el 3º avanzaría lo máximo hasta el norte del bosque consolidando la posición (y trinchera) de Princes Street, la 'avenida' que dividía el bosque por la mitad. La misión del 2º de Orange era eliminar cualquier bolsa de resistencia enemiga al sur de Princes Street y consolidar su posición al sur del bosque a la espera de los contraataques alemanes. En reserva, y fuera del bosque, se quedó el 4º de los South African Scottish (SAS), menos dos compañías que fueron enviadas a reforzar la línea de los Camerons, y el 1º del Cabo de Buena Esperanza, que volvió esa misma mañana de Longueval para incorporarse al ataque general de los Springboks.
Sobre las 4 de la madrugada del 15 de julio, y bajo el mando del Teniente Coronel William Tanner (comandante del 2º de Orange), los regimientos 2º y 3º llegaron a una trinchera de comunicación al este de Longueval junto con el 4º que quedaría en reserva. El avance se inició sobre las seis de la mañana desde una trinchera que ocupaban los Cameron Highlanders) y que se adentrada unos metros en el bosque. Previo al avance, varias patrullas advirtieron a Tanner que que los alemanes solo defendían unas posiciones al norte del bosque, pero que tampoco podían asegurarlo por la poca visibilidad.
La progresión fue dificultosa por la resistencia alemana pero, sobre todo, por la naturaleza del terreno. Delville Wood ya no era el precioso bosque de robles y hayas de antaño sino un espacio sembrado de cráteres y plagado de raíces, troncos y desechos humanos que hacían muy difícil el avance. Guiados por los Cameronians, los Springboks llegaron hasta Buchanan street, la vía más cercana a la entrada del bosque por el sudoeste y que conducía en dirección norte hacia Princes Street. Tanner estableció su cuartel general en Buchanan donde planeó asegurar el sur del bosque para luego alcanzar el punto más al norte e ir asegurando todo el perímetro hasta el sudoeste, recorriendo el flanco que lindaba con Longueval.

El avance fue mejor de lo esperado, sobre las 7.00 de la mañana el 3º Transvaal y una compañía del 2º de Orange controlaban la sección meridional del bosque hasta Princes Street. A las nueve de la mañana el 3º ya ocupaba el área entre Princes y South street. Las compañías A y B ocuparon las posiciones más avanzadas, la C cavó como pudo un parapeto un poco al norte de South Street y la D se aventuró más allá de Princes Street, quedándose en una posición intermedia entre Princess y el límite nororiental del bosque. Las tropas del 2º adelantaron a las del 3º, excepto una compañía y adentraron en el bosque en dirección norte. Las órdenes de Tanner fueron muy claras: subir hasta Strand Street, penetrar en dirección noroeste y mantener la posición. Nada, pero todo. Las tres compañía del 2º lograron hasta el objetivo pero otra cosa era mantenerlo. El frente a ocupar tenía más de kilómetro de longitud y los efectivos muy justos para mantener una línia contínua y compacta. Una primera reacción alemana no tardó en llegar. Los de Orange se vieron sorprendidos por un potente fuego de artillería y ametralladora que procedía del norte del perímetro. Apenas habían cavado lo más parecido a una trinchera que tuvieron que refugiarse tras raíces y troncos. Comenzaron a producirse bajas, tanto por la esquirlas de obús como por los miles de astillas que volaban a consecuencia del bombardeo, pero resistieron. Las unidades al sur del bosque tuvieron una mañana más plácida y fructífera: dos patrullas del 3º hicieron más de 140 prisioneros mientras peinaban el sector al sur de Rotten Row.


A mediodía, la situación parecía controlada. Los sudafricanos habían 'limpiado' gran parte de Delville Wood, alcanzado el perímetro norte y asegurado el flanco derecho que miraba a Ginchy. No obstante, pasadas las 14.30 h. Tanner informó a Lurkin que seguía habiendo bolsas de resistencia. La más importante al noroeste del bosque, donde se unía con el foco de resistencia también al norte de Longueval. A pesar de este obstáculo a las 15.00 de la tarde del 15 de julio la práctica totalidad de Delville Wood estaba en manos británicas. En apenas horas los Springboks habían ocupado Delville Wood, habían capturado más de 140 prisioneros y habían tomado posiciones a lo largo de casi todo el perímetro.
La cuestión, como intuyeron los mandos poco después, no era tomar el bosque si no conservalo. Los planes iniciales de Lurkin consistieron en tomar el bosque, instalarse en todo el perímetro y dispersar las tropas en pequeños destacamentos junto con ametralladoras para defenderlo. Lurkin, sin embargo, ideó una versión muy light del 'bite & hold'. Había desalojado al enemigo pero el 'agarre' al terreno era muy débil, como la resistencia que podía plantar a un enemigo que iba a machacarlos por tres flancos. Y esto es lo que iba a suceder. El factor 'agarre' no fue tanto por la falta de efectivo - que también - sino por la naturaleza del terreno, que lo hacía impracticable para cualquier tipo de defensa efectiva. El suelo, plagado de raíces, troncos y tocones hacía imposible cavar trincheras de más de dos palmos.
A pesar de haber consolidado la posición en el bosque, Lurkin y Tanner coincidieron en dos apreciaciones. La primera referida a la fragilidad del frente norte, la segunda a la virtualidad de la situación, como si los alemanes no hubiesen presentado resistencia para dejarlos entrar en una ratonera. Esto último era más una intuición pero no les falló el pálpito.

Poco después de la 3 de la tarde, una lluvia de obuses anticipó el ataque del 6º bávaro por el perímetro este, procedente de Ginchy. Fueron rechazados pero a un coste muy alto. Tanner se vio obligado a pedir refuerzos: una compañía completa del 2º de Orange había sido aniquilada. Era solo un aperitivo. Sobre las cuatro de la tarde se avistaron tropas alemanes por la bolsa que resistía al noroeste del bosque. Los primeros contraataques por ese flanco no iban tardar. Un brutal bombardeo en el extremo noroeste anticipó un ataque masivo, eran las 16.40 h. Los sudafricanos resistían como podían. A las seis y media Tanner recibió un informe: la línea al noroeste aguantaba de un hilo. Envió una compañía de los South African Scottish al norte para tapar la brecha, otra de los SAS para cubrir a los del 3º y envió unidades del 1º del CBE para ayudar a los de Orange. La posición sudafricana resistía a un precio altísimo, pero en vista de lo que estaba por venir y siendo consciente de su frágil (y absurda) situación, Tanner recomendó replegar a sus Springboks y acortar frente. Defendían 1,5 km de frente con apenas 2800 efectivos.
Lukin accedió. Pero era un brindis al sol.
Congreve conminó a Lurkin a que enviase dos compañías al noroeste del bosque a apoyar un contraataque de la 9ª escocesa contra la bolsa que resistía al norte de Longueval, no a resistir los contraataques alemanes en el bosque !! Como era de preveer no hubo suerte al norte de Longueval. La bolsa alemana resistió. Cayó la noche y llegó el turno de los alemanes.
El mando springbok preveía una noche dura pero se quedaron cortos: fue infernal. El bombardeo alemán sobre Delville Wood fue brutal. En algunos sectores del bosque llegaron a caer hasta 400 proyectiles por minuto, según varias fuentes. El bosque permaneció como una tea encendida la mayor parte de la noche. La culpa fue de las bombas incendiarias y de las toneladas de troncos y raíces que ardieron sin cesar. El gas también apareció como un fantasma nocturno. Era solo el preludio de los tres ataques alemanes que se sucedieron uno tras otro a lo largo de la madrugada, y que apenas pudieron repelerse a con fusilería, bayonetas y algún que otro culatazo.
Sobre las tres de la madrugada el informe que llegó al cuartel general de Tanner era muy inquietante. La esquina noroeste del bosque era alemana. La esquina nordeste la defendía, de izquierda a derecha, una compañía y media del 2º de Natal con una compañía del 1º de soporte. Más a la derecha estaba una compañía del 3º con una del 4º en segunda línea. El extremos sureste del bosque lo defendían dos compañías del 3º y en el flanco meridional lo defendían una compañía del 2º y otra del 3º, con una del 4º de reserva. En el tercio oeste de Princes Street resistía media compañía del 2º que junto a dos compañias del 1º cerrando el flanco defensivo desde Longueval.
El cuartel general sudafricano hervía literalmente. Lo que a las cuatro de la tarde parecían pequeños errores o carencias, a las cuatro de la madrugada era una amarga confirmación: ante las escasas posibilidades de resistir en un sector tan comprometido, entrar en Delville Wood había sido un suicidio. Esa misma madrugada los mandos springboks contactaron con el XIII Cuerpo para exponerles la situación. Sin llegar a proponer una retirada aconsejaban una 'reubicación' de las tropas en el frente.

Continuará en: Springboks en el Somme: la batalla por Longueval y Delville Wood, 15-20 de julio de 1916 (II)

viernes, 14 de agosto de 2015

Las peripecias de Fray Bentos en la Gran Guerra


Una de las facetas más espectaculares -y siniestras- de la Primera Guerra Mundial fue su indudable contribución al avance de la ciencia y de la técnica. El inicio de la guerra química y sus funestos resultados coincidieron con el perfeccionamiento acelerado de la aeronáutica o los impresionantes avances en medicina. Aunque la mayoría de ciencias y disciplinas técnicas ya estaban experimentado un gran avance desde inicios del siglo XX, la guerra aceleró su desarrollo. No obstante, mientras la ingeniería aeronáutica vivió un progreso fulgurante, el sector terrestre apenas avanzó. Con la Guerra de Secesión americana ya surgieron voces para crear un artilugio móvil y blindado que permitiese el desplazamiento de armamento y tropas por el campo de batalla pero los decenios pasaron y al llegar la Gran Guerra todo eran bocetos a cada cuál más inverosímil o fantasioso.
La guerra europea que estalló en agosto de 1914, a finales de año era mundial y el número de bajas crecía a un ritmo infernal: antes de 1915 los muertos superaban el millón. La tecnología, especialmente artillera, y la estupidez eran las responsables. Los cañones y obuses de gran calibre conquistaron el campo de batalla y la táctica militar. La defensa se impuso al ataque y la guerra de movimiento murió. Los frentes se estabilizaron y los ejércitos corrieron refugiarse bajo la débil protección de las trincheras, que sembraron los campos de batalla junto a las alambras de espino y otros ingenios defensivos. Cualquier éxito pasaba por el dominio de la artillería, que fue proliferando a golpe de obús y a miles de muertos. El control de la potencia de fuego, la gestión de la munición y el progreso en nuevas técnicas como la barrera de fuego o creeping barrage para proteger el avance de la infantería tras una cortina de obuses o el trabajo de contrabatería serían algunos de los caballos de batalla, literalmente, de la nueva guerra. Las principales cuestiones tácticas que surgieron con la guerra de trincheras consistían en como superar el cinturón defensivo enemigo para conquistar las líneas enemigas.
Aunque la máxima de Pétain de "la artillería destruye y la infantería ocupa" era meridianamente cierta, era necesario contar con un elemento sorpresa y la filosofía del tanque era simple. Se trataba de construir un artefacto móvil capaz de transportar a un grupo de soldados en su interior con el objetivo de romper las líneas enemigas para recuperar o conquistar territorio enemigo cruzando, previamente, un campo de batalla lleno de obstáculos como trincheras, cinturones de alambradas o enormes cráteres de obús. El fruto de esa visión acabaría concretándose en 1916 con el tanque Mark I después de algunos antecedentes como los "Little" y "Big Willie", que acabarían derivando en uso y forma en la familia de tanques Mark. La apuesta por el tanque fue producto del empeño del coronel E. Swinton y de Maurice Hankey, Secretario del Committee for Imperial Defence, que convencieron a Winston Churchill para que la Marina británica encauzase el proyecto después de la negativa del British War Office.
Así, y bajo el manto protector del Almirantazgo y el padrinaje de Churchill y de Lloyd George, futuro Primer ministro, se encauzó el diseño y producción del tank. El recién creado Landships commitee y el ya existente Inventions commitee fundieron sus esfuerzos. Con la ayuda del teniente Walter Wilson, miembro del RNAS y del ingeniero William Triton de la William Foster & Co. se comenzó a proyectar el tanque. Éste debía cumplir con tres condicionantes: que se desplazase -como mínimo- al paso de una persona (unos 6 Km/h), que fuese capaz de subir pendientes de unos 2 metros o franquear trincheras de dos metros de ancho y que soportase la potencia de fuego de armas ligeras.
Bajo estas premisas, y tras las probaturas de los "Willies", el primer tanque que vio la luz fue el Mark I. El tanque, bautizado así en parte como despiste y en parte por la forma - que decían - tenía de tanque de agua, pesaba unas 28 Tn, tenía un blindaje de entre 6 y 12 mm, dependiendo de la sección del casco y una capacidad para 8 personas. Existieron dos versiones del Mark I. La versión "masculina" incorporaba un armamento de 2 cañones ligeros Hotchkiss de 57 mm y tres ametralladoras Hotchkiss, mientras que el Mark I hembra solo montaba 4 ametralladoras Vickers y una Hotchkiss.
El Mark I hizo su debut el 15 de septiembre de 1916 en el Somme, durante la batalla de Flers-Courcelette en la que tomaron parte unos treinta tanques, siendo solo 9 los que llegaron a las líneas alemanas. El resultado tuvo varias lecturas. Las negativas ofrecían un panorama todavía incierto, sobretodo en cuanto a fiabilidad ya que de los 50 tanques que llegaron a Francia solo tres decenas salieron al campo de batalla y tan solo un tercio de estos culminó su objetivo. Las conclusiones positivas permitían observar el futuro con esperanza. El tanque había sido capaz de cruzar la temida "Tierra de nadie", vadear cráteres de extensión media, aplastar los cinturones de alambradas, franquear trincheras de casi tres metros de ancho, dar cobertura al avance de la infantería, y sobre todo asustar al enemigo. Con esta perspectiva, la producción se multiplicó y el papel del tanque fue 'in crescendo' hasta el final de la guerra, con el elemento de la innovación siempre en la mente de los ingenieros. Hasta nueve versiones del Mark se realizaron durante la guerra, pero fue un Mark IV (y su tripulación) el que protagonizó una de los episodios más sorprendentes de la guerra.
 

Las peripecias de Fray Bentos


El F41 o Fray Bentos era un tanque Mark IV perteneciente al batallón o sección 'F' del Tank Corps. La serie del Mark IV, con no demasiadas mejoras respecto al I (las series II y III se destinaron a entrenamiento), incorporaba 2 cañones Hotchkiss de caña corta (6 libras) en las barbetas, 2 ametralladoras Lewis (también en las barbetas) y otra en el casco. El curioso nombre de Fray Bentos, se lo puso -muy seguramente- el capitán Donald Richardson, antiguo dueño de una tienda de comestibles ya que Fray Bentos era una marca de carne enlatada que fabricaba la casa Oxo y de ahí la irónica comparación con los rigores que vivían los soldados en el interior de esas 'latas' móviles.
Las peripecias de Fray Bentos comenzaron a las 4.45 h. del 22 de agosto de 1917 cuando Richardson, comandante del batallón F y ese día a bordo del F41, ordenó avanzar hacia a las líneas enemigas desde de la trinchera Capricorn, justo detrás de la granja Spree. A pesar de que el campo de batalla era un mar de lodo, la misión era conquistar (con el apoyo de la infantería) una serie de búnqueres en la colina 35. La colina y sus alrededores habían proporcionado al enemigo un vital punto de observación desde el inicio de la batalla de Passchendaele y era imprescindible tomarla. Los objetivos concretos del Fray Bentos era la granja Somme, la Gallipoli y la Martha. Se trataba de la primera misión del Fray Bentos (y su tripulación) y las cosas no fueron del todo mal, al principio. Al poco de la ofensiva el Fray Bentos había destruido la granja Somme (Somme farm), abandonada por los alemanes, y se dirigía solo hacia la cima de la colina 35, donde se encontraba la granja Gallipoli. A diferencia de la granja Somme, los alemanes decidieron plantar batalla y mantenerse firmes ya que se trataba del último reducto de la colina 35.
Al acercarse a la granja Gallipoli el tanque recibió un nutrido fuego de ametralladora, por lo que el piloto buscó un terreno donde cubrirse. La lluvia de impactos provocó una multitud de esquirlas que hirieron levemente a algunos de los ocupantes. Instantes después, y medio de la confusión, una bala anticarro atravesó el blindaje e hirió al piloto (teniente Hill) en el cuello. Desconcertado y herido, Hill se desentendió de los mandos. Al verlo Richardson, que estaba a su lado, intentó controlarlos pero fue demasiado tarde. El tanque dio un bandazo, y al subir un pequeño repecho de tierra embarrancó de lado, con tal mala fortuna que la barbeta derecha se hundió en el lodo y la izquierda se encaró al cielo. Inmovilizado y sin apenas armas el Fray Bentos quedaba fuera de combate.

El calvario
La situación de la tripulación se volvió complicada no solo por ser blanco de los enemigos, sino por el fuego amigo. Los mandos británicos no estaban dispuestos a dejar que el F41 cayese en poder los alemanes. Aunque el incidente no había dejado heridos, excepto Hill, Richardson decidió actuar con rapidez. Era necesario desencallar el tanque mediante la viga que incorporaban los Mark IV para sortear zanjas o accidentes, así que el soldado Braedy y el sargento Missen se ofrecieron voluntarios para salir y estudiar la solución. Justo cuando Braedy estaba desencadenando la viga en la parte superior del casco, ahora en el flanco descubierto, lo alcanzó una ráfaga de ametralladora y murió en el acto. Viendo la suerte de Braedy, Missen decidió volver al interior. Intuyendo la procedencia de los disparos, informó al artillero de la barbeta superior, que consiguió desplazar el cañón a un nivel paralelo al suelo, ajustó el tiro y destruyó el nido de ametralladora. Esto solo fue un aperitivo de lo que estaba por venir.Viendo el ejemplo del Fray Bentos, los mandos lanzaron al 8º de los Seafort Highlanders y al 7º de los Cameron Highlanders a la conquista de la granja Gallipoli sin mucha fortuna y con numerosas bajas. Similares a las del 9º de los Black Watch y del 10º de los Scotch Rifles que también atacaron al poco con la misma suerte.
Enrabiados por la 'impertinente' respuesta del Fray Bentos, los alemanes decidieron acabar con él por la vía directa. Acercaron un cañón a primera línea, seguramente un 77 mm, para aniquilarlo. Pintaban bastos para Fray Bentos. Minutos después un impacto dio de lleno en la barriga del tanque, y una esquirla hirió de gravedad a uno de los artilleros. Las cosas iban a peor. Parecía tiro al pichón, pero con el añadido de que el fuego amigo también se estaba cebando con ellos. Los ingleses creían que el tanque había caido en manos del enemigo y tenían el deber de destruirlo.
Los impactos y los rebotes no lo destruían, pero a poco a poco el tanque se fue hundiendo en el lodazal. Gran parte del flanco derecho estaba sumergido en el barro y la barbeta izquierda estaba ya inservible. Las cosas siguieron empeorando. Los múltiples impactos que recibió el Fray Bentos hicieron que el cadáver de Braedy y la viga se escurriesen por el lateral del tanque y bloqueasen el portón izquierdo, la única vía de escape. Liberar el tanque parecía imposible.
Llegó la tarde y los alemanes lanzaron un contraataque para recuperar la granja Somme. Situado en la trayectoria de ataque y viendo el movimiento enemigo, el Fray Bentos desbarató la ofensiva con la única ametralladora Lewis operativa. Los alemanes recularon, pero el viacrucis iba in crescendo. Minutos después la artillería alemana y la británica 'unieron' esfuerzos para machacar el indefenso tanque. La situación se hacía insostenible dentro del Fray Bentos. Richardon decidió enviar un mensajero para informar de su situación a los mandos. Missen volvió a presentarse voluntario. Pura heroicidad porque se trataba de cruzar la Tierra de Nadie a plena luz del día con los francotiradores alemanes atentos a cualquier movimiento. La carrera de Missen fue dura. Lo hirieron pero, a pesar de ello logró saltar la trinchera y dar el mensaje de auxilio. Los mandos, maravillados por la resistencia de la tripulación, ordenaron a la artillería que cesase el fuego sobre Fray Bentos.
Durante el anochecer los alemanes prosiguieron con el martilleo sobre el F41 hasta que cayó la noche. Conscientes del peligro, y a la vez de su papel como bastión, Richardson ordenó una ronda de guardias para evitar y/o repeler ataques. La noche se preveía larga. Pasadas unas horas, el capitán Richardson, medio endormiscado en su guardia, notó que el portón se entreabría. Al instante distinguió la figura de un soldado alemán con una granada en la mano. Antes de asomar la cabeza, Richardson desenfundó y lo abatió con su revólver. Por fortuna, el cuerpo cayó hacia fuera junto con la granada que estalló fuera del tanque. Advertidos por la denotación, los ingleses comenzaron a iluminar con bengalas la Tierra de nadie para evitar otro ataque nocturno sobre el tanque. La tripulación del Fray Bentos consiguió repeler otra patrulla alemana con un método poco ortodoxo pero efectivo: mientras un soldado entreabría la barbeta izquierda, otro disparaba y así coordinadamente hasta que llegaron las luces del nuevo día.
 

23 de agosto
Al segundo mediodía la situación rayaba lo desesperante. La calor era asfixiante y el agua se había terminado, por lo que la tripulación optó por beberse el agua de los radiadores del motor. Hill había empeorado y debía recibir ayuda médica. El segundo día de encierro siguió, sin embargo, la tónica del primero: bombardeos, patrullas alemanas al acecho y defensa numantina con una sola ametralladora y revólveres. Con las primeras horas de la tardes los miembros del Fray Bentos vieron la luz al final del túnel cuando el 9º de los Black Watch reemprendió su ofensiva por la colina 35. La esperanza, sin embargo, duró poco. Los escoceses fueron rechazados. Al llegar la segunda noche Richardson comenzó a ver a su tripulación exhausta. La noche volvería a ser larga, pero era necesario resistir. Horas después, a media madrugada, Richardson oyó ruidos por el casco. Al momento ordenó a los suyos que abriesen todas las escotillas posibles y que disparasen o utilizasen cualquier arma que tuviesen a mano. La patrulla alemana fue sorprendida y rechazada. El Fray Bentos se defendía como gato panza arriba, pero las energías se iban fundiendo. La noche no había acabado y los alemanes deseosos de venganza comenzaron a acribillar el tanque con munición anticarro. Una lluvia de balas cayó sobre el Fray Bentos dejándolo como un queso gruyére. La fortuna volvió a sonreir a Fray Bentos. Hubo heridos pero no murió nadie. La noche moría.  


24 de agosto
El tercer día comenzó como el segundo, pero la sed y el malsano ambiente en el interior del tanque por la olor a cordita y aceite de motor comenzaban a ser insoportables. Se imponía una solución drástica. Richardson sabía que si se quedaban, antes o después, los matarían o los cogerían prisioneros. Así que al caer la oscuridad de la noche decidió abandonar el Fray Bentos a su suerte. A las 21.00 h. ordenó a sus hombres que abriesen el portón y que volviesen con toda cautela hacia las propias líneas. Cuatrocientos metros, que se hicieron en completo silencio y bajo una manto estrellado. Las peripecias del Fray Bentos duraron sesenta horas, de las cinco de la mañana del 22 de agosto a las nueve de la noche del 24. Sesenta horas de angustia, resistencia y heroicidad. De los nueve miembros de la tripulación, Braedy murió y los otros ocho fueron baja. El episodio tuvo tal renombre que por su conducta heroica, Richardson y el teniente Hill fueron condecorados con la cruz militar, el sargento Missen y el artillero Morrey con la medalla por conducta distinguida y el resto con la medalla militar. El soldado Braedy aparece mencionado en la sección de desaparecidos del cementerio Tyne Cot en Passchendaele.  

Fuentes
- Spagnoly, Tony. Salient points two. Cameos of the Western Front Ypres Sector 1914-18. Leo Cooper, 1998.
- The siege of Fray Bentos at the Battle of Passchendaele.
- Incredible bravery of WWI tank crew who survived 72 hours being bombarded by both Germans and their own side
- Fray Bentos (Short film)

viernes, 5 de diciembre de 2014

El Somme desmitificado: la batalla por Thiepval, 26-30 de septiembre 1916 (II)


Mouquet farm (La granja Mouquet)




La granja Mouquet se hallaba justo enfrente de la 11ª división, en el sector más oriental de la 34ª Brigada. Antes de la hora zero, un pelotón del 9º de los fusileros de Lancashire se infiltró en la posición de la granja para bloquear las posibles entradas a los sótanos pero la operación tuvo un éxito parcial. Se localizaron (y bloquearon) algunas entradas pero al poco una ametralladora alemana situada al noreste de Thiepval comenzó a castigarles y los pocos supervivientes se retiraron. Esta ametralladora, con toda seguridad, fue la que barrió después parte del flanco derecho del ataque canadiense. A media tarde los Manchesters (11º) también se unieron a la ofensiva pero un potente fuego de ametralladora frenó su avance con grandes bajas. Las esperanzas depositadas ese día en los tanques se quedaron en una zanja cerca de Mouquet. No obstante, y sin defallecer tropas de los Manchesters, los Dorsets (5º) y los zapadores del 6º de East Yorkshire tuvieron la brillante idea de desmontar las ametralladoras y facilitar un impresionante fuego de cobertura para que grupos de granaderos sellasen gran número de entradas al laberinto defensivo. Sobre las cinco y media de la tarde del 26 los restos de la guarnición alemana (1 oficial y 55 soldados) se rendían. Fueron necesarios cuatro batallones (casi una brigada) y cinco horas para neutralizar una defensa tan exigua en número de efectivos. Curiosamente fueron los veteranos de Suvla Bay quiénes capturaron al fin la tristemente famosa granja Mouquet, objetivo de australianos y canadienses durante casi dos meses.


Reductos Zollern y Stuff
A pesar de la espectacular captura de la granja Mouquet, la misión principal de la 34ª Brigada eran los reductos Zollern y Stuff. El Zollern, a unos 700 metros de la línea británica, era el habitual nido de abrigos y trincheras con todo tipo de elementos defensivos. A poco de la hora cero se informó al comandante en jefe de la 11ª División (Teniente General Woollcombe) de la 'destrucción total' del Zollern por la artillería pesada pero la información era falsa. Las primeras tropas que llegaron al sector fueron 'bienvenidas' con un potente fuego de ametralladora que provocó el caos. Unidades del 8º de los fusileros de Northumberland alcanzaron el Zollern, pero se creyó gran parte de los 'limpiadores' de trincheras fueron eliminados. Al perderse el contacto se enviaron patrullas para saber de ellos pero los que volvieron hablaron de un campo de batalla vacío, como si se los hubiera tragado la tierra. Llegada la noche, sin embargo, se recibieron informes de que un grupo de 60 hombres y un oficial de los Northumberland resistían en la cara sur del reducto. El plan para el día siguiente (27) era proseguir el asalto con más tropas pero al alba una patrulla se percató de que el reducto había sido abandonado durante la noche. Ante el exitoso avance de la 33ª Brigada los alemanes decidieron retirarse a posiciones más seguras. El Zollern el segundo reducto que caía en manos de la 11ª División. El reducto Stuff, en la segunda línea alemana, distaba a unos 400 metros al noroeste del Zollern. Su captura se preveía más complicada, no solo por la distancia sino porque se encontraba fuera del alcance de los observadores de la artillería. La presencia de supervivientes de la 34ª al sur del Zollern en la noche del 26 dio a entender que una vez neutralizado el Zollern caería el Stuff, pero los mandos, conscientes de lasbajas, hicieron subir a la línea la 32ª. El 27 se planeó el ataque para las 3 de la tarde con dos batallones de la 32ª pero problemas de sincronización obligaron a posponerlo hasta las cuatro. El 9º de los West Yorkshire, sin embargo, no recibió esa orden y salió a Tierra de Nadie. Fuese por lo que fuese, o ante la posibilidad de que fuese un movimiento diversorio, el ataque de los Yorkshire cogió a los alemanes desprevenidos y consiguieron poner un pie en la trinchera enemiga. A las cuatro de la tarde, a la hora correcta, salió el 6º de los Yorkshires sin cobertura artillera. Los alemanes, perplejos otra vez ante la posibilidad de otro ataque diversorio tampoco reaccionaron. Los Yorkshire se unieron con los West Yorkshire en la zona sur del Stuff. No se consiguió mucho más aparte de controlar este sector. Durante dos días se intensificaron los combates cuerpo a cuerpo por el sector norte del reducto pero la artillería británica no pudo ayudar ante la dispersión de las tropas y su dudosa localización. Los alemanes resistieron.

Thiepval




Mientras los Yorkshires presionaban hacia el norte, la 18ª División tenía la misión de capturar Thiepval y el reducto Schwaben. Thiepval estaba defendida por un batallón veterano. El 180 IR de Württemberg estava allí desde el otoño de 1914 y había fortificado la posición de forma exhaustiva. Thiepval estava surcada de norte a sur por cinco líneas de trincheras. La más meridional y cercana a las líneas británicas (Joseph) se encontraba a unos 300 metros de la población; la siguiente, llamada Staufen, estaba a unos novecientos metros más atrás y la tercera (Grandcourt) se hallaba un kilómetro más allá. A banda de las tres líneas de defensa, los restos del castillo de Thiepval con sus laberintos subterráneos así como los escondites que surgían de la carretera que iba a Pozières hacían de Thiepval una formidable fortaleza. Cuatro batallones participaron en el asalto del 27 de septiembre: el 8º de los Suffolk, el 10º de los Essex (ambos brigada 53ª), y el 12ª de los Middlesex y el 11º de Fusileros reales (54ª). Suffolks y Essex tenían la misión de conquistar la parte oriental de Thiepval. A la hora zero (12.35 pm.) cuando las primeras oleadas saltaron la trinchera tras la cortina de fuego ocurrió un hecho curioso. Los Suffolk, a la derecha del ataque y en mitad de Tierra de Nadie, se encontraron con un grupo de soldados alemanes, que medio desnudos y vociferando, se querían rendir. Los Suffolk aunque sorprendidos siguieron su avance hacia las trincheras enemigas viendo como los alemanes hacia el camino inverso hacia las líneas británicas. Finalmente y a pesar del 'inesperado' encuentro, los Suffolks llegaron hasta la Zollern trench, a la misma altura donde los hombres de la 33ª brigada (11ª división) también había frenado su avance. Poco después los Essex también controlaron el área pero cuando iban a avanzar un poco más un potente fuego de ametralladora desde el noroeste de Thiepval los frenó. La fase más complicada del asalto a Thiepval se asignó a la 54ª de Shoubridge, que preparó la operación al milímetro. A banda de reforzar los dos batallones con más tropas, destinó a cada una de ellas una companía de 'limpiadores' para eliminar cualquier resistencia en el laberinto subterráneo de Thiepval. Se destinó además otro batallón en reserva en caso de que se requiriese una 'limpieza' en profundidad. La 54ª contó también con el apoyo de dos tanques. El avance fue muy duro desde el inicio. Las trincheras y refugios estaban por doquier. La artillería se había empleado a fondo pero no consiguió neutralizarlos todos. La cortina de fuego tampoco funcionó muy bien en la fase inicial y el progreso de la infantería fue mucho más lento que la progresión del bombardeo. Los combates en las ruinas de Thiepval degeneron en luchas cuerpo a cuerpo y duelos granaderos. A pesar de ello, los Middlesex lograron poner un pie en las ruinas del castillo de Thiepval pero allí fueron castigados por su flanco derecho hasta que uno de los tanques destruyó el nido de ametralladora que los fustigaba. La posición quedó asegurada pero cualquier avance más allá parecía imposible por los francotiradores y las ametralladoraa situadas en los múltiples cráteres y tras montones de ruinas. A las 3 y media de la tarde la parte noreste de Thiepval resistía y los efectivos de los Middlesex y los Fusileros reales estaban agotados. El batallón de reserva se unió al ataque pero una falta de coordinación con la cortina de fuego dispersó parte de las tropas. Solo una compañía sin oficiales llegó a la vanguardia para proseguir el avance pero la falta de efectivos aconsejó consolidar la posición a la espera de nuevos refuerzos. La 54ª no había logrado aún limpiar la parte noroeste. Pero cualquier avance hacia el reducto Schwaben requería la captura total de Thiepval. Los mandos decidieron que el golpe definitivo sería al alba del 27 y que lo realizarían dos compañías de los Bedfords al mando del capitán Keep. A las 5.45 am. los Bedfords, guiados por dos oficiales de los Fusiliers que conocían el terreno, se aproximaron al máximo de las posiciones enemigas. El envite final se encomendó a la compañía C del 7º de los Bedfords. A las siete de la mañana, el teniente 2º Thomas Adlam y un reducido pelotón lanzaron un ataque de gran contundencia. Progresando de cráter en cráter, Adlam y sus hombres lograron neutralizar a la guarnición enemiga a base de granadas y fuego de ametralladora. Lo extraordinario de la hazaña no es que Adlam fuese herido varias veces y continuase adelante sino que la mayoría de bombas de mano usadas contra los alemanes fueron recogidas por los ingleses a medida que se acercaban a las posiciones enemigas. La toma final de Thiepval supuso la captura de 70 prisioneros alemanes, amén de los 80 muertos que había dejado el asalto de los Bedfords. Con Thiepval en manos británicas, el siguiente objetivo era el reducto Schwaben. Thiepval se había resistido desde el 1 de julio.

Reducto Schwaben





Ivor Maxse, uno de los mejores generales del ejército británico y comandante en jefe de la 18ª división, sabía por diversas fuentes (especialmente por los mandos de la 36ª División) que el Schwaben era el reducto más inexpugnable de la segunda línea alemana. Contaba con un auténtico dédalo de trincheras y posiciones subterráneas con capacidad para albergar un puesto sanitario y un complejo de conexiones teléfonicas. Las informaciones de los Ulstermen (36ª división, 1 de julio) le fueron muy útiles pero Maxse pecó de prudente. Consciente el 27 de septiembre que los batallones de las 53ª y 54ª estaban muy diezmados (1500 bajas, un 40% de su total) ordenó posponer el ataque para el día siguiente con refuerzos de la 55ª. El asalto al Schwaben comenzó el 28 de septiembre y se suspendió el 6 de octubre, con la parte noroeste aún en manos alemanas. Maxse empleó ocho batallones. La artillería cubrió el avance hasta el reducto, pero una vez en el laberinto de trincheras y refugios el asalto tomó otro cariz. Los combates fueron terribles, sobre todo en los puntos 45 y 65 situados al sur del reducto. Los primeros en atacar ese punto fueron el 7º de los Queens y el 8º de los Suffolk. Desde sus posiciones al sureste, sin apenas cobertura y con un terreno impracticable (la noche antes había llovido abundantemente), el asalto fue frenado por el fuego procedente del punto 65. Ante tal estancamiento, y diezmados por la artillería alemana, un capitán de los Queens (Hugh Longbourne) decidió realizar un ataque casi suicida para neutralizar los nidos de ametralladora del punto 65. Bolsa de granadas en mano, y saltando de cráter en cráter, Longbourne logró llegar hasta uno de los nidos y eliminarlo. Las granadas se agotaron. Pero al poco llegó un tirador (Waldron) con más munición y se entabló un combate de casi una hora entre la ametralladora alemana y los dos hombres de los Queen's. Durante ese tiempo se le unió el sargento Parker, que junto a Waldron, siguió cubriendo a Longbourne. Longbourne decidió lanzar las dos últimas bombas y cargar contra el nido con Parker y Waldron abriendo fuego. Cuando llegaron al punto encontraron a más de 15 soldados muertos y una pequeña guarnición de unos cincuenta hombres que hicieron prisioneros. La captura del punto 65 abrió la puerta a eliminar el 45 a base de partidas de granaderos. Pero si fue difícil conquistarlo más lo fue retenerlo. A las seis de la mañana del 30 de septiembre la artillería alemana se cebó con las unidades del 8º de los East Surrey que ocupaban las trincheras, obligándolas a retirarse. El punto se reconquistó durante una operación para ocupar la parte norte del reducto pero otra vez la artillería alemana castigó a las tropas ocupantes y fue necesario retirarse, hasta que el 2 de octubre fue definitivamente consolidado por los británicos. Para el 2 de octubre la 18ª de Maxse ya había sido relevada tras capturar la parte norte del Schwaben con un coste de 2000 bajas.

Conclusiones
Al final de la batalla por la cresta de Thiepval los británicos habían avanzado entre 900 y 1800 metros en frente de unos 5,5 kilómetros. A pesar de los éxitos, no controlaban totalmente la línea de la cresta: la trinchera Regina y algunas secciones de los reductos Schwaben y Stuff seguían en manos alemanas. Las bajas habían sido muy duras. Se calcula que unas 8.000 entre la 11ª y 18ª División más 4.000 canadienses. Se desconocen las alemanas pero teniendo en cuenta la ferocidad de los combates estuvieron a la par de las británicas. La batalla por Thiepval confirmó una de las lecciones más duras del Somme: sin un apoyo artillero adecuado, tanto previo como durante el ataque, cualquier asalto de la infantería por más bien entrenada que esté o por muy valiente o sacrificada que sea está condenada a un desastre total y sangriento. Thiepval fue la muestra. Sin una protección artillera consistente las tropas canadienses no podrían haberse acercado a solo 800 metros de la trinchera Regina, igual que los británicos a los alrededores de la granja Mouquet y los reductos Zollern, Stuff y Schwaben. Si Thiepval no hubiese sido castigada duramente por la artillería hubiese resistido como lo hizo el 1 de julio. Los combates por Thiepval, la granja Mouquet y los reductos también fueron una clara muestra del potencial combativo de las tropas de los Nuevos Ejércitos de Kitchener y de las colonias. La artillería tuvo un papel destacado en la consecución de algunos éxitos pero la infantería fue determinante. La dificultad del campo de batalla (refugios subterráneos, bodegas, cráteres, etc.) y acarnizados combates cuerpo a cuerpo pusieron de manifiesto que el coraje y el arrojo de los soldados británicos no profesionales, así como su espíritu de sacrificio estaban fuera de duda.
La campaña del Somme no terminó hasta noviembre, pero Thiepval demostró que la tenaz resistencia alemana podía ser quebrada.

Fuentes
• Maxse, Ivor, Sir. 18th Division in the Battle of the Ancre, 1916.
• Miles, W. Military Operations, France and Belgium, 1916: 2nd July 1916 to the End of the Battles of the Somme. History of the Great War Based on Official Documents by Direction of the Historical Section of the Committee of Imperial Defence II. London: HMSO, 1938, 1992.
• Philpott, W. Bloody Victory: The Sacrifice on the Somme and the Making of the Twentieth Century. London: Little, Brown, 2009.
• Prior, Robin; Wilson, Trevor. The Somme. London: Yale, 2005.
• Stedman, Michael. Thiepval. London: Pen & Sword, 2006.

jueves, 11 de septiembre de 2014

El Somme desmitificado: la batalla por Thiepval, 26-30 de septiembre 1916 (I)


Los inesperados éxitos británicos frente a Montauban y Mametz y el enérgico avance francés por el flanco derecho el 1 de julio de 1916 cambiaron la estrategia a seguir en el Somme. Los desastres al norte (Beaumont-Hamel, Serre) y en el centro del ataque (Ovillers, La Boiselle) convirtieron el sector de Thiepval en el punto sobre el que pivotaría el resto de la ofensiva. Los peores pronósticos se cumplieron y el Big Push se convirtió en una guerra de desgaste sin cuartel que los políticos habían querido evitar a toda costa. Durante los meses y semanas que siguieron los nombres de Trônes, Bazentin, Fricourt o Delville entraron a fuego en la historia militar de la Gran Guerra. En el sector al sureste de Thiepval, los avances británicos, australiano y canadiense se iba sucediendo con cuenta gotas a un ritmo de bajas casi inasumible. Fricourt, Ovillers o La Boiselle -que habían resistido enconadamente los ataques del 1 de julio- fueron cayendo. Pozières pasaba a ser un objetivo de máxima prioridad: era imprescindible para asegurar el flanco izquierdo más allá de la cresta de Thiepval, al este. La conquista y consolidación de Pozières (23 de julio - 7 agosto) supusieron el bautismo y el primer sacrificio australiano en Europa. No obstante, y a pesar de la caída de Pòzieres, Thiepval -firmemente defendida- seguía siendo el mayor obstáculo para cualquier avance en el sector del Somme.
Desde Thiepval se controlaba la parte septentrional de la cresta del mismo nombre, así como el terreno al norte del Ancre (y su valle) que iba desde Beaucourt, pasaba por Beaumont-Hamel y Serre llegando hasta Gommecourt. A banda de su situación estratégica, los alemanes decidieron reforzar la posición durante los meses de julio y agosto al percartarse de su extrema importancia como eje en el ataque británico. La inactividad británica permitió en parte que los alemanes fortificasen eficazmente sus posiciones con total tranquilidad. La línea de frente (Joseph trench) junto a otras cuatro líneas de defensa (Schwaben, Zollern, Hessian y Stuff trench) fueron renovadas, reforzadas y conectadas con otros puestos fortificados como la granja Mouquet o los reductos Schwaben y Zollern. Junto al dédalo de trincheras, los restos de Thiepval se encastillaron de tal forma que los mandos británicos tuvieron que modificar sus tácticas de guerra. Los combates en el Somme, como había sucedido en Verdun, cambiaron tanto el despliegue defensivo como las maniobras de ataque. El devastador bombardeo de las posiciones alemanas y el brutal coste en bajas provocó que el mando alemán optase por una defensa abierta, con pequeñas unidades distribuidas a través del terreno y con parapetos como cráteres, bodegas o ruinas. Durante el bombardeo y el ataque británico abandonaban los parapetos y refugios dispersándose a campo abierto tras las defensas que les proporcionaban los cráteres y otros montículos de cascotes o ruinas. La defensa alemana ganó, sin duda, en elasticidad y eficiencia. Evitó la destrucción en masa de unidades parapetadas en trincheras semiderruidas e indefendibles y, sobre todo, confundió a los mandos británicos sobre el poder de sus bombardeos y el porqué de la increible resistencia alemana. El mando alemán logró que posiciones enteras resistiesen durante semanas con puñados de soldados dispersos de cráter en cráter al mando de una o dos ametralladoras y una bolsa de granadas.
Pozières, High y Delville Wood o Guillemont fueron anticipando el nuevo despliegue táctico, pero los combates por Thiepval y su sector fueron la consumación, el súmmum. Thiepval se convertió por méritos propios en el paradigma de la adaptación al terreno, de la elasticidad defensiva y de la improvisación en tácticas de ataque.

Previa
El 3 de setiembre dos divisiones del IIº Cuerpo (39ª y 49ª) atacaron al norte de Thiepval. La 49ª llevó el grueso de la operación. Tras un breve bombardeo atacó frontalmente el reducto Schwaben. No hubo sorpresa. 1.800 bajas y ni un solo metro de terreno ganado. Gough y Jacob (comandante en jefe del IIº Cuerpo) culparon a las tropas de falta de compromiso y coraje. Curiosas apreciaciones si se tiene en cuenta que los batallones implicados perdieron entre un tercio y la mitad de sus efectivos atacando uno de los puntos mejor fortificados del Frente occidental. Haig, tras los combates de Flers-Courcelette el 15 de septiembre, insistió a Gough en que debía aprovecharse el momentum y que era indispensable tomar el resto de la cresta de Thiepval fuese como fuese. Las tropas de Gough se unirían el 25 de septiembre a una operación conjunta con Rawlinson a su derecha y los franceses más al sur. El desgaste de sus divisiones le obligaron a plantearse un breve paréntesis pero las escaramuzas (y las bajas) se siguieron a lo largo de esas dos semanas en los alrededores de la granja Mouquet (Mouquet Farm). Por cuestiones que aún no están muy claras - quizá por la participación de los tanques - la batalla por Thiepval se planeó para un día después de lo programado, el 26 de septiembre pasando 35 minutos del mediodía.

Planes
Para el ataque sobre Thiepval y su cresta, Gough destinó cuatro divisiones dispuestas a lo largo de un frente de unos 5,5 kilómetros, que iban desde Thiepval y la granja Mouquet hasta las afueras de Courcelette en el sector canadiense. En el flanco derecho, la 1ª y 2ª canadienses (Byng) atacarían al norte y al este de Courcelette intentando capturar la trinchera Regina (Stuff para los ingleses y Staufen para los alemanes) situada un poco más allá de la cresta. Para ello tenían que sobrepasar y ocupar las trincheras Hessian, Zollern y Kenora, cerrando el frente a la derecha. En el flanco izquierdo de los canadienses, la 11ª División británica -en su primera ofensiva después de Gallipoli- tenía como misión conquistar la granja Mouquet y los reductos Zollern y Stuff, para luego avanzar hasta la trinchera Stuff, continuación de la trinchera Regina en ese sector. En el flanco izquierdo del ataque, los objetivos más difíciles se dejaron a las tropas de la 18ª División de Maxse, quiénes habían demostrado una gran preparación y arrojo el 1 de julio.
Tras su 'descanso' en Flandes, Gough asignó a los hombres de Maxse la conquista de Thiepval y el reducto Schwaben, que tantas bajas había causado a las divisiones 36ª y 32ª el 1 de julio y el 3 de septiembre a la 49ª. La operación presentaba enormes dificultades. El objetivo final (las trincheras Regina y Stuff) se encontraban en una vertiente opuesta a la línea de ataque y fuera del alcance de la artillería británica. Por si fuera poco, antes de llegar a ambas líneas se encontraban cinco de las fortificaciones más inexpugnables de todo el frente: la granja Mouquet, los reductos Zollern y Stuff, Thiepval y el reducto Schwaben.

A nivel de superfície los restos de la granja Mouquet eran solo ruinas. En el subsuelo, sin embargo, estaba compuesta por un triple sistema de bodegas y refugios conectados a través de túneles. Las entradas a los sótanos estaban disimuladas entre las ruinas dificultando mucho el avance de la infantería. En la teoría, una cortina de artillería en progresión (la famosa creeping barrage) podía permitir el avance sin excesivas bajas hasta la posición, pero una vez que la protección de fuego desapareciese la infantería estaba a merced de cualquier ataque procedente de las bodegas sin que la artillería pudiese evitarlo. La principal misión de la infantería británica era buscar las entradas al sistema de túneles, cegarlas y liquidar cualquier foco de resistencia. La principal amenaza alemana era el fuego de ametralladora escondido entre las ruinas y los cráteres junto a los granaderos que permanecían ocultos.
Reducir o neutralizar los reductos era aún más difícil. A diferencia de Mouquet farm, éstos se encontraban a gran distancia de las líneas británicas. La gran distancia entre las líneas obligaba a que la 'cortina de fuego' fuese perfecta, tanto en su precisión como en el ritmo que debía seguir el avance de las diferentes oleadas de la infantería (cien metros cada tres minutos). Cualquier retraso provocaría que la infantería perdiese su 'protección' y que fuese alcanzada por las ametralladoras alemanas situadas en los reductos. Por si fuera poco, los reductos también contaban con posiciones fortificadas internas, que albergaban a compañías enteras prestas para cualquier contraataque dentro de la posición. Como en el caso de la granja Mouquet, una vez la infantería se introducía en un espacio tan reducido la artillería amiga no podía ayudarles y los combates se tornaban en un verdadero cuerpo a cuerpo.
Thiepval también entrañaba sus propias dificultades. En su superfície apenas permanecía piedra sobre piedra pero bajo la posición del castillo existían cerca de 150 bodegas o sótanos, que podían alojar compañías de ametralladoras y granaderos. Como en Mouquet, la cortina de fuego podía facilitar el arribo de unidades pero una vez allí los alemanes podían emergir a la superfície y rechazar cualquier ataque con un potente fuego de ametralladora o con una lluvia de granadas.
A nivel de artillería los mandos optaron por hacer un cálculo a grosso modo y destinaron unas seiscientas piezas de artillería de campaña y unos 280 obuses de diferentes calibre para un ataque en un frente de casi seis kilómetros. En potencia de fuego, la cobertura artillera para la ofensiva contaría con el doble de munición por trinchera que el 1º de julio, pero en cambio representaría la mitad de lo lanzado en la ofensiva del 14 de julio aunque se trataba del mayor bombardeo llevado a cabo por los artilleros del ejército de Reserva.
Las baterías del ejército de Reserva (Vº Cuerpo) situadas al oeste del rio Ancre dispararían hacia Thiepval desde el oeste y cogerían al enemigo de enfilada permitiendo un ataque por tres flancos. De los casi 100.000 proyectiles que se iban a lanzar, un 40% pertenecían a piezas de gran calibre. Igualmente, des del mismo sector se llevaría a cabo un contrafuego de ametralladora que barrería la retaguardia alemana para evitar cualquier medida de apoyo. El mando británico también ordenó bombardear con gas las posiciones alemanas de Thiepval para evitar que los alemanes permaneciesen en ellas hasta el momento del ataque. El bombardeo previo comenzó el 23 de septiembre. El mal tiempo de ese día impidió, sin embargo, que los vuelos de observación comprobasen los efectos en las posiciones alemanas. Las nieblas del otoño en el Somme no daban mucha tregua aunque los días siguientes los informes confirmaron un nivel de destrucción óptimo en todo el sector de Thiepval.

Over the top
Sector canadiense (Courcelette)


El ataque comenzó a las 12.35 del mediodía del 26 de septiembre. En el flanco más oriental del ataque, la 2ª y 1ª canadiense atacaron con sus 6ª y 3ª brigadas respectivamente. El 5º y 8º batallón de la 6ª brigada atacaron por la derecha, el 14º de los Royal Montreal y el 15º de los Highlanders (48º) por la izquierda. Objectivos: sobrepasar la trinchera Zollern, luego la Hessian y prolongar el avance hasta la Regina. No lo tuvieron fácil. Los informes previos hablaban de una primera línea desocupada, pero la noche previa ataque los alemanes volvieron a ocuparla en el sector frente a los Highlanders. El avance canadiense por su izquierda (5º y 8º batallón) fue bastante limpio y sin excesivas bajas, aunque el fuego en enfilada procedente del oeste (frente la 11ª división) les advirtió que los británicos no había logrado sobrepasar el reducto Zollern. Neutralizada la trinchera Zollern y con un centenar de prisioneros, los hombres de la 6º brigada prosiguieron hacia la trinchera Hessian donde se encontraron con que 5º batallón a su derecha ya había ocupado su parte de la Hessian. A las dos de la tarde los informes que recibió el mando procedentes del 8º hablaban de que era imprescindible que los británicos neutralizasen el reducto Zollern ya que el fuego procedente de allí los estaba diezmando.
La distancia entre líneas no era muy amplia, pero los alemanes resistieron duramente hasta media tarde. Informado el mando de la toma de la Zollern/Fabeck se hicieron los preparativos para asaltar la Regina. Volvió una certera cortina de fuego pero la resistencia fue durísima. Los canadienses tuvieron que improvisar una nueva línea entre la que habían abandonado y la Regina. Los Highlanders resistieron en la nueva línea de frente hasta el alba del 28 cuando el 27ª de la 2ª división los relevó. Las pérdidas habían sido muy duras para tanto poco terreno. La trinchera Regina no caería hasta octubre durante la llamada batalla por los altos del Ancre (Ancre Heights).

Continúa en: El Somme desmitificado: la batalla por Thiepval, 26-30 de septiembre 1916 (II)

viernes, 2 de mayo de 2014

Byng & Currie, o el triunfo de la táctica: Vimy Ridge, 1917


Mucho se ha escrito sobre las lecciones que proporcionó la 1a batalla del Somme (julio-noviembre 1916) en cuanto a táctica militar y lo mucho que sirvieron para conseguir la victoria final. La historiografía británica de entreguerras se encargó de elevar dichas enseñanzas a la categoría de mito a través de la teoría del aprendizaje progresivo. 'The learning curve', como así se bautizó el nuevo paradigma, explicaba la  adopción de una serie de procedimientos y operaciones militares que permitieron la derrota de las potencias centrales en otoño de 1918. Discutir sobre la credibilidad de esa teoría o enzarzarse a defender las líneas revisionistas no es objeto de este humilde trabajo. Desearía matizar, sin embargo, la afirmación de que existe una línea ascendente de mejoría -sin solución de continuidad- desde la 1a batalla del Somme hasta la 2a segunda en agosto del 1918. No considero esta tesis del todo exacta.
Las victorias en Vimy Ridge, Cambrai, o la ofensiva final de los Cien Días son coetáneas de episodios más bien desastrosos como Passchendaele (3a batalla de Ypres), Bullecourt (1917) o las ofensivas alemanas de 1918 (Kaiserschlacht). La coexistencia entre victorias y desastres no anula el hecho de que la experiencia bélica fuese modificando los usos y las prácticas en la táctica militar. Bien al contrario. Simplemente demuestra que la ciencia militar no es un ámbito de estudio infalible y que en el transcurso de una guerra, el valor y el orden de los factores sí que alteran el producto, como es el caso del humano.
Podría trabajarse en ucronías del tipo 'que hubiese pasado si en Jutlandia al frente de la Grand Fleet se hubiese encontrado Beatty y no Jellicoe' o 'si en septiembre de 1914 Ludendorff hubiese estado en la silla de Moltke' pero sería imposible determinar el resultado. Sin embargo, y a pesar de la futilidad, el establecimiento del factor humano como elemento central nos permite elucubrar conclusiones relacionadas con las características más determinantes de los jefes militares que estaban al mando de sus ejércitos.
Hoy en día, y dejando de banda la visión más historicista, es impensable imaginarse la resistencia francesa en Verdun sin el temple y el carácter organizativo de Pétain. Como tampoco es posible imaginarse un desenlace tan victorioso en Tannenberg sin el dueto Hindenburg-Ludendorff (planes de Hoffmann a banda) o un descalabro tan desastroso en vidas y material como la ofensiva francesa en Chemin de Dames llevada a cabo por Nivelle. Se podría llegar a un sinfín de ejemplos como la impresionante campaña africana de Lettow-Vorbeck, la defensa numantina de Kemal Ataturk en Gallipoli o los paseos militares de Von Hutier en Riga o los de Von Dellmensingen en Caporetto. El hecho crucial en todos ellos, como decía, es el factor humano. Nadie puede disociar según que campañas o hazañas de estos nombres, y aún más difícil, de las singularidades de cada uno de estos militares y estrategas. Todos ellos, sin embargo, comparten un elemento común y es la adaptación de su doctrina militar a la evolución de la guerra moderna. Todos ellos, incluido Nivelle, usaron conceptos o ideas nuevas para el despliegue de su pensamiento estratégico o táctico. Bien fuese para la defensa (Pétain o Ataturk), para el hostigamiento (Lettow-Vorbeck) o para la ofensiva (Nivelle, Von Dellmensingen o Von Hutier) todos estudiaron con detenimiento su misión, el contexto y la situación en la que se encontraban, los medios con los que contaban y los resultados que querían obtener.
La historia militar de la Gran Guerra, y especialmente después del Somme, fue protagonista en la alternancia entre militares brillantes y jefes mediocres o caducos. La distinción entre ellos no fue la edad, como siempre se suele reseñar, sino la adaptación o no al nuevo escenario de guerra dominado por la tecnología con nuevos armamentos y recursos técnicos. La Gran Guerra, y su especificidad, fueron el escenario propicio para un cambio de mentalidad táctico,  aún anclado en conceptos de raigambre napoleónica. Las batallas u ofensivas de 1914, 1915 y 1916 en el bando aliado ofrecieron duras lecciones que solo algunos aprendieron, otros desdeñaron y los más se empeñaron en repetir. Ataque en formación cerrada, fila tras fila; disposición de tropas de reserva a kilómetros del frente; ausencia de sorpresa; nulo trabajo de contrabatería artillera; mala praxis o ausencia de las cortinas de fuego o 'creeping barrage'; etc., etc., etc.. Todos estas pésimas decisiones se volvieron a reiterar en algún que otro frente y volvieron a producir terribles resultados en bajas humanas por apenas decenas o cientos de metros de terreno conquistado.
Volviendo al Somme y a sus duras enseñanzas en el bando británico, incluyendo australianos y canadienses, sí que coincido en que supuso un punto de reflexión de no-retorno. Las conclusiones extraídas desde julio de 1916 señalaban que sin un excelente trabajo artillero, tanto en la protección del avance como en la destrucción de la artillería enemiga (contrabatería) poco se podía hacer. La cuestión, no era tanto la anchura o profundidad de los objetivos en el terreno, que también, sino la minuciosidad y ejecución con la que debía llevarse a cabo. Pocos mandos de la BEF, como Plumer o Allenby, llegaron de forma natural a la conclusión de que algo debía de cambiar. No sería hasta abril del año siguiente, 1917, que se tendría una visión clara y práctica de lo que significaban los nuevos usos de la infantería y la mejora -rayando la excelencia- del potencial artillero como apoyo indisociable de la táctica militar. Lo curioso en este caso es que los éxitos llegaron de parte del Cuerpo Expedicionario Canadiense (CEF) y es por esta razón - y por otras más ocultas - que la trascendencia de los éxitos y su futura emulación tardarían en llegar al resto del contingente británico.

Byng & Currie
En junio de 1916, y después de diversos y exitosos trabajos de 'fontanería' militar (véase 1a batalla de Ypres, retirada de Gallipoli o defensa del Canal de Suez), Sir Julian Byng - posteriormente reconocido como 1r vizconde de Vimy - fue destinado a comandante en jefe del Cuerpo Expedicionario Canadiense (CEF). Las razones de tal destino, a parte del hecho de que Byng hubiese sido el comandante en jefe del XVIIº cuerpo británico en el área de Vimy, se desconocen parcialmente pero vistos los resultados y su excelente colaboración con su segundo, el quizá mejor militar aliado durante la Gran Guerra, el general de división Sir Arthur Currie, se intuyen. Desde un punto de vista táctico, Byng y Currie coincidieron al instante. Cualquier ataque, por menor que fuese menor, requería una máxima y concienzuda preparación, un secretismo absoluto (algo que olvidaría Nivelle en su preparación de Chemin des Dames) y una milímetrica ejecución, tanto de la infantería como del apoyo artillero. A estos tres elementos, cabía sumarle el grado de importancia que le dieron ambos a las duras enseñanzas del Somme y a las esperanzas surgidas de Verdun. Tanto es así que cuando se confirmaron los rumores sobre una ofensiva en todo el frente de Arras en marzo de 1917, Currie pidió informes a sus mandos intermedios de los métodos utilizados por franceses (y alemanes) durante la batalla de Verdun.
Currie era militar atípico. Enrolado en las fuerzas canadienses desde los escalafones más bajos (arma de artillería en el servicio pre-militar) alcanzó el grado de comandante en jefe de la CEF en junio de 1917 (después del ascenso de Byng al mando del 3r ejército británico). Sus acciones en el frente occidental desde mayo de 1915 hasta el mismo día del Armisticio estuvieron marcadas por la acción, la contundencia y el temple. La fama de Currie se acrisoló con la 2a batalla de Ypres, se cimentó en el Somme y se engrandeció en Vimy Ridge (la cresta de Vimy). Des de un primer momento, y observador de los cambios en la guerra moderna, Currie cayó en la cuenta que los manuales y los protocolos no servían de nada. Fue precisamente ese desprecio por la rigurosidad y el encorsetamiento en el campo de batalla lo que le permitió aplicar una serie de principios tácticos que apenas dejaría hasta el final de la guerra.
Gracias a sus experiencias en Ypres y en el Somme, junto a los informes recabados por algunos oficiales del frente de Verdun, Currie determinó llevar a cabo pequeños golpes de mano no muy extensos en tiempo y en el terreno, con una preparación artillera muy contundente, municiosa y no dilatada en el tiempo que tenía como objetivo aniquilar la artillería enemiga de cobertura. La artillería debía disponerse en un frente muy delimitado, preferiblemente no muy ancho, que tuviese como objetivo destruir las primeras líneas enemigas, así como los campos atrincherados. Una vez se iniciase el ataque de la infantería (en pelotones y en compañías y lo más cerca de la línea enemiga), la artillería debía iniciar sincronizadamente una cortina de fuego de cobertura que despejase el camino a la infantería para ocupar el frente enemigo. De forma complementaria, y como respuesta al fuego enemigo, se debia iniciar un fuego de contrabatería que eliminase el potencial artillero enemigo facilitando doblemente el ataque de la infantería, y eliminando la posibilidad de que el enemigo iniciase un contraataque para recuperar el terreno perdido. La infantería, por su parte, debía prepararse minuciosamente no solo desde el punto de vista de la instrucción, sino de la asimilación de sus objetivos concretos - previamente conocidos -. Currie también expidió órdenes para que en caso de confusión o caos  los mandos intermedios pudiesen actuar casi autónomamente otorgándoles poder de decisión y maniobra. La prensa y los propios medios militares denominaron a este tipo de golpes de mano minuciosos y resueltos 'bite-and-hold' (morder y resistir), no solo por su rapidez y contundencia ejecutiva sino porque también llevaban aparejada la doctrina de aguantar en el terreno y resistir el contraataque enemigo a la espera de nuevas reservas. De ahí la importancia que daba Currie tanto a la disposición de unidades de reserva muy cercanas a la línea de frente como al trabajo de zapa en la creación de túneles o rampas de ataque muy cercanas a las primeras líneas enemigas, tanto para el primer ataque como para la afluencia contínua de nuevos contingentes de cara a asegurar el terreno reconquistado. Los pruebas de fuego serían Vimy Ridge y la Hill 70 (la colina 70).
Vimy Ridge proporcionó al 'fontanero' Byng un vizcondado y la estimación del pueblo canadiense, a Currie lo elevó a héroe nacional y a Canadá le proporcionó el orgullo y la dignidad patriótica necesaria para olvidar su estatuto de dominion y ganarse la categoría de nación. La batalla de la Colina 70, por su parte, elevó los métodos de Currie y su 'bite & hold' a dogma militar y, lo más importante, descubrió en él a un gran estratega.

Vimy ridge, 9-12 abril de 1917




En noviembre de 1916 el general Julian Byng recibió órdenes de preparar un ataque para la primavera siguiente en el sector norte de Arras como parte de un ataque global británico en todo el sector como cobertura a una ofensiva francesa de principios de mayo. La cobertura británica se conocería como la batalla de Arras (1917) y la ofensiva francesa sería la tristemente famosa batalla de Chemin de Dames u 'ofensiva Nivelle'. La parte reservada al contingente canadiense se denominaría la batalla de Vimy Ridge.
La cresta de Vimy o Vimy Ridge (alternaremos ambas nomenclaturas) se encontraba situada al nordeste del sector denominado de Arras, y al suroeste del ya tristemente famoso sector de Notre-Dame de Lorette (Nuestra Señora de Loreto). Se trataba de un enclave de gran valor estratégico, no solo por los puntos elevados y de observación, sino por que en las vertientes que caían hacia el este, hacia terreno enemigo, se hallaban dispuestas numerosas grupos de artillería que ofrecían una cobertura excelente a las tropas situadas en los puntos elevados haciendo casi imposible su conquista o incluso aproximación. La toma de Vimy Ridge tenía un doble objetivo. El primero eliminar un punto de hostigamiento y de tiro enfilado hacia la ofensiva que debía llevarse a cabo más al sureste, hacia Chemin des Dames y, de otra parte, obtener un punto estratégico y de observación futuro que proporcionaría un control artillero a más de diez kilómetros en dirección este y por tanto hacia terreno alemán.

Preparación
Estudiados el terreno y la proyección del ataque, Byng & Currie decidieron aplicar gran parte de las conclusiones a las que habían llegado oficiales canadienses y británicos durante las clases recibidas de sus colegas en Verdun. Las reconquistas francesas en otoño y diciembre de 1916, así como las precedentes victorias alemanas en febrero-mayo del mismo año, habían puesto de relieve que cualquier avance debía ser muy veloz, realizado por pequeñas unidades de infantería cubiertas (antes y durante el ataque) de un certero y contundente fuego de artillería y con un alto grado de precisión para lo cual era imprescindible un conocimiento previo del terreno, de las líneas enemigas y de sus posiciones fortificadas en caso de haberlas.
No se escatimó el más mínimo detalle en ninguno de los aspectos del ataque. A las cuatro divisiones que formaban el CEF (por primera vez iba a luchar al completo el contingente canadiense) se las sometió a un completo entrenamiento no solo físico, sino táctico a nivel de pelotón y compañía con objetivos muy precisos. Se construyeron, incluso, réplicas a escala de las posiciones alemanas en la retaguardia para explicar con detalle todas las fases de la operación. Con el objetivo de delimitar las áreas de ataque, el sector de Vimy se dividió en cuatro sectores (con 4 colores) que se asignaron a cada una de las 4 divisiones participantes. A banda del entrenamiento táctico, cada soldado contó con un mapa detallado de su zona de ataque con la posición a conquistar y la ruta que debían seguir para tomarla.
Por lo que hace referencia a la artillería, el cuerpo divisionario canadiense de artillería no contaba con más de ocho brigadas de artillería de campaña y dos de artillería pesada por lo que pidió ayuda al mando británico para conseguir una potencia de fuego adecuada a las expectativas depositadas en el ataque. El resultado fue que el ejército británico cedió a los canadienses casi un millar de piezas de artillería, entre calibres pesados, medios y morteros de trinchera permitiendo que el ataque canadiense se llevase cabo con una potencia tres veces superior a la habitual para cualquier tipo de operación. A banda de la potencia y de la concentración de fuego, Currie tenía entre sus prioridades tácticas el silenciar al máximo la artillería enemiga, antes, durante y tras el ataque como medio para dificultar los seguros contraataques alemanes.
Para ello, y a banda de intensificar los vuelos de observación para localizar la posición de las baterías alemanas, los servicios de soporte elaboraron numerosos tableros y mapas que permitieron a la artillería tener localizadas las posiciones enemigas. Para fortuna de Currie, al frente del servicio de contrabatería se hallaba el teniente coronel Andrew McNaughton, quién había trabajado en el campo de la balística y la localización de objetivos a través de artefactos precursores del radar. 
A banda de la precisión y el apoyo de la artillería en el ataque, Currie consideró imprescindible el acortar la distancia entre su línea de frente y las posiciones enemigas. La velocidad (y la sorpresa) en la resolución del ataque eran una de las claves, y para ello contó con la ayuda de varias compañías de tuneladores británicos para que abriesen dos tipos de túneles en dirección al enemigo. Los primeros serían las 'lanzaderas' desde las cuales partiría el grueso del ataque y que, una vez vacíos, servirían de refugio y posterior partida para que las tropas reserva que apoyarían y ocuparían las posiciones ya depasadas durante la operación. Currie, con la dura experiencia del Somme en la cabeza, cubría varios aspectos primordiales de su nueva táctica: acortaba el espacio a recorrer a campo abierto de la infantería, reducía el número de bajas de las primeras oleadas, facilitaba al máximo la disposición de las reservas y proporcionaba al ataque una sorpresa indiscutible al acercarse al máximo a las posiciones enemigas, reduciendo el tiempo de reacción enemigo.
Los otros túneles o galerías se destinaron para el emplazamiento de minas que servirían para eliminar el mayor número de enemigos, junto a sus posiciones, así como servir de elemento desconcertante poco antes del ataque. El grado de sofistificación de los túneles de comunicación llegó a ser tal que la mayoría contaron con luz eléctrica, y los destinados a funciones de abastecimiento y de logística tenían raíles, a banda de espacios concretos para funciones sanitarias, depósitos de municiones y puestos de mando.

Plan
El plan para la conquista de la cresta de Vimy contaba con tres factores. El primero el terreno a conquistar y la prioridad de los objetivos señalados como imprescindibles, el segundo la entidad del enemigo y su capacidad para reaccionar en caso de contraataque y el tercero el papel que tendría la artillería en toda la ofensiva. Unidos estos tres elementos, el plan primaba en un primer momento en desalojar al enemigo de la 'cima' de la cresta, la llamada Hill o colina 145, manteniendo a raya (y en lo posible) el fuego que vendría de enfilada de la otra cima de la cresta llamada The Pimple situado en el bosque de Givenchy. En un momentum similar se debían tomar las otras posiciones que caían hacia el este, hacia la derecha de la línea canadiense para tomar completamente la cresta y hacer retroceder al enemigo hasta la llanura de Douai (Douai plain). Byng & Currie sabían que las tropas alemanas que estaban defendiendo la posición eran una mezcla de soldados veteranos en el sector (la 1a División bávara de reserva) con otras que eran el resultado de la fusión de otras formaciones procedentes de otros sectores (la 79a División de reserva) o la simple fusión de tropas de una misma procedencia como la 16a División de infantería bávara. 
A pesar de la composición de las unidades alemanas, los servicios de información aliados intuían que el mando alemán, a partir de noviembre de 1916, había procedido a implantar un tipo de defensa flexible en profundidad, que más tarde se conocería como línea o sistema defensivo Hindenburg. La idea alemana era adaptar la defensa y la contraofensiva a la magnitud del ataque recibido, en parte apoyado por un sistema defensivo basado en situar varias líneas de defensa conectadas entre sí por una red de fortificaciones, nidos de ametralladora y blocaos que hacían muy costoso en vidas el avance.

Artillería
Sabedores, en parte, de lo que les esperaba, la sociedad Byng & Currie ordenó a la artillería una continuidad total durante toda la ofensiva. Previo al 9 de abril, fecha fijada para el ataque, y durante casi quince días, la artillería aliada castigó sin cesar las posiciones enemigas, logrando eliminar gran parte del campo atrincherado frente a las posiciones alemanas, así como aniquilar en casi tres cuartas partes de la contraparte artillera enemiga. Éxito atribuible al completo a las nuevas técnicas de localización implantadas por el oficial al mando de la contrabatería, el teniente coronel McNaughton. 
Byng & Currie señalaron la importancia no solo de anorrear a las tropas alemanas dispuestas en primera línea sino de evitar al máximo la concurrencia de las reservas enemigas al contraataque. Para ello y a lo largo del ataque, la barrera de fuego no solo se limitó a cubrir el ataque y machacar los objetivos de la cresta sino que avanzó su tiro para castigar la retaguardia enemiga, imposibilitando o dificultando al máximo la afluencia de tropas para tapar brechas o reconquistar lo perdido.

Infantería
La infantería canadiense, 4 divisiones con aprox. 100.000 hombres, situada frente de la cresta tenía objetivos muy concretos y un horario muy calculado. Byng ya había advertido a sus oficiales que "you shall go over exactly like a railroad train, on time, or you shall be annihilated", o funcionáis y os movéis con la exactitud de un tren o os aniquilarán'.
La longitud de la cresta, de unos seis kilómetros y medio, se había dividido por colores correspondientes a las 4 divisiones atacantes. Al margen de cada uno de los objetivos asignados a cada división, el conjunto de la ofensiva debía conquistar la primera línea defensiva alemana (la Zwischen Stellung o la trinchera del medio) que se bautizó como Black Line. Descendiendo de norte a sur, la 4a Division debía acometer la misión más difícil: conquistar las dos alturas más importantes  de la cresta y las mejor fortificadas (la Colina 145 y el promontorio llamado The Pimple en pleno bosque de Givenchy) alcanzando la llamada Red Line, con la 16a División bávara en frente.
A la derecha de la 4a canadiense se situaron la 3a y la 2a, frente a la 79a de reserva alemana, con el objetivo del punto fortificado de Folie Farm, los alrededores de Vimy y el nudo de Les Tilleuls, situados en la zona de la Blue Line. Por último y como la unidad más al sur se encontraba la 1a División que tenía que avanzar hasta la Brown Line, en la que se encontraban la posición de Théllus y los arrabales de Farbus.
Jack Sheldon en The German Army on Vimy Ridge, 1914-1917 sostiene que los planes canadienses no eran del todo ajenos al mando alemán. En febrero de 1917 un soldado canadiense de origen alemán desertó aportando documentación referente a la supuesta ofensiva de primavera. De hecho, los alemanes sabían que algo ocurría ya que el trabajo de mina y contramina de los ingenieros y zapadores británicos habían aumentado considerablemente. Tanto es así que los alemanes lograron desbaratar y destruir algunas de las minas que habían dispuestos los ingleses bajo sus pies.
El plan de ataque para el 8 de abril quedó pospuesto a petición de los franceses hasta el día siguiente.

Ejecución

El 9 de abril al romper el alba comenzó el ataque en toda la línea. El tiempo como los días precedentes no era muy halagüeño: ráfagas de viento helado y una nevada ligera pero contínua. Poco antes de las 5.00 de la mañana los cañones que habían estado aún martillenado las líneas enemigas callaron y recalibraron el tiro para la cortina de fuego que acompañaría las tropas de asalto, que se habían desplazado por los túneles hasta sus posiciones de salida por la tarde-noche del día anterior. Cada uno de los soldados llevaba un rifle con su bayoneta, munición (120 balas), dos granadas Mills, cinco sacos terreros, ración para dos días, una cantimplora de agua, una máscara de gas, unas gafas y una bengala. Todo fue calculado al milímetro: unos 20.000 solados saltaron a la Tierra de nadie a las 5.28 h., mientras segundos antes los ingenieros hicieron volar tres minas para asegurar el avance y descolocar a los alemanes. Al iniciar la cortina de fuego hicieron detonar otra media docena de cargas situadas estratégicamente bajo posiciones fortificadas. El recalibrado de la artillería pesada británica permitió castigar las defensas alemanas y lanzar numerosos proyectiles de gas en la línea defensiva alemana (la Zw¡schen Stellung) mientras la artillería canadiense ofreció una efectiva cobertura en cortina de fuego. A pesar del castigo, la defensa alemana aguantó el tipo y el fuego de ametralladora castigó mucho a los atacantes causando enormes bajas. Los partes canadienses hablan de que sobre las 6.30 h. la mayoría de los objetivos, unos 3/5 dicen, se habían logrado. Cierto, en parte.
No fue hasta media tarde que el terreno estuvo limpio y además no hay que perder de vista que los objetivos más estratégicos e importantes no se habían conseguido. Las brigadas 11a y 12a de la 4a División no habían conseguido poner apenas un pie en la colina 145 y menos en The Pimple. 
Debido a su importancia estratégica, los alemanes habían fortificado la cota 145 con un triple cinturón de alambre de espino y con una serie de nidos de ametralladoras camuflados tras la vertiente opuesta. De ahí que la artillería británica no hubiese podido aniquilar esas defensas y que las tropas de la 4a División canadiense fuesen castigadas sin cesar por el fuego procedente de The Pimple. Los cuatro batallones de la 12a brigada (38º, 72º, 73º y 78º) sufrieron lo indecible para cubrir a los hombres de la 11a brigada que no habían podido avanzar. El batallón 102º  de la 11a había logrado abrirse algo de camino pero el 54 que le seguía se quedó a medio camino y se retiraron con enormes pérdidas. Se confirmó que existía todavía un reducto fortificado intacto. Batallones canadienses como el 87º o el 75º fueron literalmente barridos, perdiendo en algunos casos el 60% de sus efectivos. Se reanudaron los esfuerzos pero la 145 no se cayó ese día. Solo dos compañías del batallón 85º lograron asegurar parte de la vertiente oeste, mientras que el resto siguió en manos alemanas hasta el día siguiente. La lentitud en la conquista de la colina 145 y el sector adyacente frenaron el avance de la 3a División canadiense, que podría haberse adentrado aún más en las líneas enemigas. El fuego procedente de la Colina 145 estaba cogiendo a los canadienses de enfilada por lo que se decidió esperar y consolidar el terreno ganado.
A pesar de la contundencia del ataque, los alemanes no se dieron por vencidos y en la medida de lo posible enviaron tropas (de la 79a División) a ocupar las brechas y en algunos casos, como en la colina 145, a reforzar la línea. No obstante, los canadienses (y los británicos) no estaban dispuestos a perder la oportunidad de tomar toda la loma, The Pimple incluido.
Al día siguiente, 10, se retomaron los ataques con más fiereza. Se movilizaron algunas brigadas británicas como soporte, junto a alguna sección de tanques, y se prosiguió el avance en el sector de la 1a y 2a División canadiense.
A primeras horas de la tarde se había conseguido llegar al límite nordeste establecido en el plan de ataque, la llamada Brown Line. El escollo, sin embargo, persistía en el norte. La colina 145 resistía y The Pimple seguía casi incólume. Los mandos lo vieron claro: los alemanes se dejarían la piel. O subían más refuerzos o desguarnecían algunos puntos conquistados por la 3a División, enviando a tropas de ésta para encararlas hacia la colina 145.
Se optó por ambas opciones. Tropas de la 4a por el sur y tropas de la 3a por el sureste fueron cerrando el cerco. Esa tarde los batallones 44º y 50º de la 10a brigada remataron la faena. Los alemanes resistían pero la falta de munición y el cansancio hicieron mella. Poco antes de las cuatro los canadienses pusieron el pie en la parte norte de la colina, que los alemanes reconquistaron por poco tiempo y con enormes bajas, hasta que tropas frescas (y bisoñas en combate) como el 25º batallón de los Nova Scotia Rifles expulsaron o apresaron a los alemanes que resistían.
El mando ordenó descansar al día siguiente, miércoles 11 de abril, para hacer recuento de bajas y actualizar la situación. Byng & Currie lo tenían claro: The Pimple debía caer sí o sí. Y así fue. En medio de una tormenta de nieve, parte de los efectivos que habían logrado tomar la cota 145 se lanzaron a la conquista de The Pimple. Tropas alemanas pertenecientes a la 4a División de la Garde Infanterie, que habían relevado a la castigada 16a División bávara, defendían la posición. El ataque se inició a las 4.00 de la mañana con un bombardeo previo de gas que gracias a un viento favorable diezmó parte de la defensa pero que logró rechazar un primer embite canadiense. La 10a brigada canadiense, apoyada por efectivos de la 24a División británica se lanzó otra vez al ataque sobre las cinco de la mañana, asestando un golpe definitivo y logrando capturar la posición una hora después.
Vimy Ridge ya había sido controlada totalmente al anochecer del 10 de abril, pero la captura de la posición de The Pimple fue imprescindible para asegurar la posición en toda la cresta.

Epílogo
Vimy Ridge permite hacer dos lecturas, una militar y otra política. Des de un punto de vista exclusivamente militar, la batalla fue un rotundo éxito con pocos precedentes en la historia bélica de la Primera Guerra Mundial. La cresta había estado en el punto de mira aliado desde 1914 y se había intentado reconquistarla infructuosamente en 1915 y 1916 con miles de pérdidas, primero francesas y luego británicas. Los canadienses tuvieron casi 11.000 bajas, muriendo finalmente unos 3.700 soldados. El precio fue alto, muy alto, como en toda la guerra a pesar de que la sensación de triunfo maquilló las pérdidas. Los mandos comenzaron a intuir en Vimy la luz al final del túnel. Los alemanes habían sido desalojados y vencidos en apenas cuatro días de una posición prácticamente inexpugnable e inconquistable que había costado decenas de miles de muertos durante los 3 o 4 años previos. La prensa y los mandos británicos y francés miraron hacia la magnífica sociedad de Byng & Currie y se preguntaron -por supuesto- cuál había sido la clave de un éxito tan rotundo en Vimy y un fracaso tan sangriento como el de Chemin des Dames. Poco tardaron las mentes pensantes y los jefes militares más clarividentes en darse cuenta que el factor más determinante había sido la mezcla de una preparación táctica impoluta y el empleo de la artillería en todo su potencial. Haig tomó nota, Pétain se reafirmó en lo que ya intuía y Foch pondría a la práctica las lecciones en el verano de 1918.
Lo de Vimy Ridge no fue una casualidad. Currie repitió éxito el agosto siguiente en la Colina 70. Con menos potencial artillero, pero con la misma minuciosidad y preparación, Currie -esta vez solo- aplicó los principios que habían guiado el triunfo de Vimy: preparación, minuciosidad, exquisita ejecución artillera y absoluto secretismo. Vimy abrió las puertas a Byng hacia su futuro vizcondado y el mando del IIIr ejército británico. Currie subió a los altares de la Patria canadiense, no sin antes limpiar cierto expediente por desfalco y superar numerosas zancadillas del premier canadiense Sam Hughes, el cual lo odiaría hasta el final de su vida por haber relegado a su hijo Garnet como mando militar de la CEF. La sociedad Byng & Currie puso en práctica algo ignoto en los campos de batalla de Francia o Flandes: sentido común, paciencia y una fe ciega en la victoria.
La lectura política de Vimy la creó la prensa y la alimentó la opinión pública, sobre todo canadiense. El pueblo canadiense consideró la victoria de Vimy como un hito no solo en la guerra, sino para su propia historia y dignidad como nación. Con el transcurrir de los meses y los años, el mito de Vimy Ridge se instaló -por méritos propios- en la breve historia de Canadá como un punto de inflexión en su consolidación nacional. Vimy Ridge fue (y es) una fita en la historia de Canadá. Apuntaló su orgullo nacional y permitiéndole sentirse como una nación más. Los canadienses, como los australianos con Gallipoli o Pozières, otorgaron al triunfo de Vimy Ridge un carácter fundacional en su historia como nación.

Fuentes

Morton, Desmond and J.L. Granatstein. Marching to Armageddon: Canadians and the Great War 1914-1919. Toronto: Lester & Orpen Dennys Ltd., 1989, pp. 138-143.
Nicholson, Colonel G.W.L., C.D. Canadian Expeditionary Force 1914-1919: The Official History of theCanadian Army in the First World War. Ottawa: Queen's Printer and Controller of Stationery, 1962, pp. 244-265.
Sheldon, Jack. The German Army on Vimy Ridge 1914–1917, Barnsley : Pen & Sword Military, 2008.
Turner, Alexander. Vimy Ridge 1917 : Byng's Canadians triumph at Arras. London : Osprey, 2005.

http://www.remembrancetrails-northernfrance.com/history/battles/vimy-ridge-april-1917.html