sábado, 12 de diciembre de 2009

La vida después de Juanito.

En los últimos meses la vida política y los medios de comunicación han sido invadidos por un personaje, llamémosle pintoresco, si quieren, si señores, no se equivocan, hablo de JUANITO, el ya mítico Rafael Acosta, este hombre emanado del PT (Partido del Trabajo) y fiel, en su momento, al Movimiento Obradorista, que poco antes de las elecciones de Julio 2009 hizo una promesa a quien él llamaba el presidente legitimo, su entonces cuasi comandante Andrés Manuel López Obrador, y en esta promesa para la historia, Juanito protesta en un mitin ante una amplia audiencia de seguidores, que de ganar la Delegación en Iztapalapa pediría licencia definitiva para que la perredista Clara Brugada asumiera la Jefatura Delegacional, después de haber sido despojada de su candidatura y puesta en su lugar a Silvia Oliva. Bajo esta premisa se llevo a cabo lo que restaba de campaña, y tanto AMLO como Juanito y Brugada invitaban a la ciudadanía a votar por Juanito puesto que un voto por él, era un voto por Clara Brugada.
Por fin llega el día D y en las elecciones gana Juanito, con una planilla electoral en la que aparecían el nombre de Rafael Acosta, que no era si no Juanito y el de Clara Brugada, mas no el de Silvia Oliva, que por cuestiones técnicas no apareció en la planilla, y en su lugar estaba la imagen y nombre de la primera, así que los electores debían votar por Juanito para poder votar por Clara Brugada, y si votaban por la Brugada que continuaba en la boleta ya sin ser candidata, estarían haciéndolo por Silvia Oliva, así pues, como ustedes y como yo, que no entendimos casi nada, debieron haber estado los muchos electores de Iztapalapa.
Para ya no hacer el cuento mas largo, por que seguro se lo saben de memoria, Juanito se la pasaba cantinfleando en función de que si se iba o se quedaba en la delegación, que si lo traicionaba el PT, que si el Peje lo estaba usando, que si Brugada esta conspirando en su contra, o si Marcelo lo amenazo, o si el PAN capitalino le coqueteaba muy de cerca, o si el Caballo Rojas lo hacia estrella, en fin un espectáculo deplorable, entre muchos otros “o si´s”.

El caso aquí no es Juanito en si, vamos que no es éste el fondo mismo de mi columna, a mi Juanito no me afecta directamente, ultimadamente yo vivo en Campeche, no con esto digo que el ambiente político y democrático de la ciudad en que vivo es bueno, es perfecto o ni de perdis medio funcional, en absoluto, pero esa otra historia, el caso aquí es que ¿Cómo la política mexicana ha logrado crear este tipo de personajes? El ambiente político lo han convertido en un circo, en una causa de vergüenza nacional, y no nada mas este pobre tipo que vino a marearse en un tabique a la primera de cambios, no es solo él, Juanito únicamente ha sido un foco visible de todo el asco que es nuestra clase política, el menos culpable es él, son Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard, Alejandro Encinas, Clara Brugada y toda su camarilla, y peor aun , son mas culpables los electores que viendo la maraña burdamente entretejida, eso era un bomba de tiempo, y con todo aquello fueron a votar por el.


El fenómeno Juanito solo me deja una cosa clara, mientras los ciudadanos sigamos disfrutando del circo político y siendo comparsa de estos lidercillos vacios y sin compromiso social, vamos a seguir inmersos en un país mediocre, desigual e injusto. Nos corresponde a nosotros tomar cartas en el asunto.

Yo les pregunto una cosa, y no ha los políticos, por que se que esos, como al resto de los mexicanos que no tenemos poder económico e influencias, no me van a escuchar, se lo pregunto a mis iguales, a los ciudadanos, ¿Hasta cuándo? México ya no aguanta más y habemos muchos que ya no estamos dispuestos a seguir aguantando, pero somos los menos, necesitamos que sea un ímpetu generalizado para reformar a este país, no con revoluciones armadas y mucho menos con dogmatismo ideológico, al contrario con una revolución institucional, legislativa y de ideas, con enfoque social y ciudadano, en el que no impere un ideología única, sea de izquierda, derecha o centro, sino que tengamos una identidad nacional de equilibrios, en la que todas las voces sean escuchadas con respeto e igualdad. Eso nos merecemos, habrá todavía que ver si todos estamos dispuestos a luchar por ello, de principio yo si, y lo hago todos los días, espero que tu que estas leyendo esto también decidas hacerlo.

ALFREDO COBOS.